Ahí os quedáis. Con vuestros perros adiestrados. Con vuestras porras y vuestros héroes rompededos. Con vuestros robots acorazados, azote de la tercera edad. Ahí os quedáis con vuestros fiscales franquistas, ministros falangistas, periodistas fascistas. Con vuestras mentiras, manipulaciones y trejiversaciones que no aguantan el mínimo contraste con la realidad. Ahí os quedáis con vuestros apoyos internacionales comprados, previo pago de aviones obsoletos. Ahí os quedáis con vuestros presidentes monolingües y disléxicos. Con vuestra testosterona de macho machote maltratador. Con vuestra España en blanco y negro, la de la cabra y el botijo, la del NO-DO y las fanfarrias desafinadas. La España casernaria que grita “¡A por ellos!” y vitorea vuestras hostias como panes como verónocas en la plaza. Con vuestras humillaciones constantes, ahí os quedáis.
Ahí os quedáis, también, y me duele, gente que lee a Lorca, Neruda y Ruiz Zafón. Gente que aborrece a Zoido lo mismo que admira a Errejón. Gente que no se siente representada por Ibarra, Bono ni Guerra, pero que se estremace al oír “la Internacionál”. Gente que lloró el 1-O porque vió cómo nos perdía, cómo nos echaban a palos. Tristemente, ahí os quedáis, y no es poco el trabajo que tenéis por delante. Nuestra marcha puede ser un revulsivo para iniciar la modenización de un estado demasiados años secuestrado por el inmobilismo y la mediocridad. Un estado que se acomodó a ser vagón y no locomotora. Y ahora la locomotora se va. Os quedáis, también, os lo aseguro, con el corazón partido de muchos catalanes, que aún se sienten y se sentirán por mucho tiempo españoles, pero que, por dignidad y principios, están dispuestos a iniciar éste viaje con lágrimas en los ojos. ¡Que la suerte, la plenitud, la paz y la felicidad nos acompañe a todos!