Nuevas revelaciones sobre la implicación del Rey en el 23-F Él fue, según Suárez, el que gestó la Operación Armada. Así lo desvela Pilar Urbano en su nuevo libro La gran desmemoria.

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LIBERTAD DIGITAL- Coronel Martínez Inglés: “El golpe del 23-F lo dirigió el rey Juan Carlos”

juan-carlos-rey-23fEl diario El Mundo publica este domingo un avance del nuevo libro de Pilar UrbanoLa gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar, donde hace públicas sus conversaciones con Adolfo Suárez y el monarca. La gran revelación que da la periodista es que el Rey, según le confesó el difunto Suárez, fue el “Elefante blanco” del golpe de Estado del 23-F. “Para Suárez, estaba clarísimo que el alma de la Operación Armada era el Rey, que nace en Zarzuela, que Don Juan Carlos es el muñidor para colocar al general Alfonso Armada al frente de un Gobierno de concentración”, asegura Urbano.

El libro abunda en una teoría una y mil veces apuntada desde que se produjera el golpe de Estado: que el golpe contra Suárez estuvo dirigido por el Rey. De hecho, incide en conclusiones y revelaciones que ya señalaron otros autores como como Luis Herrero en Los que le llamábamos AdolfoJesús Palacios El Rey y su secreto, el propio Alfonso ArmadaAl servicio de la Corona, o Abel Hernández, en Suárez y el Rey.

Con las aportaciones de Urbano, cobra especial relevancia la frase que le dice Suárez a Luis Herrero y éste recoge en su libro:

No descarto la posibilidad de que, muy pronto, me toque ir al despacho del Rey para decirle: Majestad, no tiene usted más remedio que abdicar por el bien de España.

Lo que hasta ahora era un secreto a voces, la implicación del Rey en el 23-F como muñidor e impulsor de la ‘Operación Armada’, adquiere una nueva dimensión con el relato, cargado de datos y detalles, de Pilar Urbano. Tal y como ya se había publicado anteriormente desde el segundo semestre de 1980 ya se estaba fraguando una operación para, con una falsa apariencia democrática, echar a Adolfo Suárez del Gobierno y colocar al general Alfonso Armada al frente de un Gobierno de coalición nacional, inspirado en la Grosse Koalitionalemana, con Felipe González de vicepresidente. Armada era íntimo amigo y colaborador del Rey, al que el gobierno de Suárez había enviado lejos de Madrid, a Lérida, junto con otros generales considerados golpistas.

Urbano detalla en su libro el durísimo enfrentamiento que mantiene Suárez con el Rey para defender el régimen constitucional en los meses previos al 23-F. Lo que empieza como un desencuentro, termina en violentas broncas cuando Suárez asume que Alfonso Armada siempre ha actuado al servicio del Rey.

Uno de los dos sobra

La periodista abunda en los choques que tuvieron el Rey y Adolfo Suárez, detallados en el libro. El 10 de enero de 1981, cuando el Rey coge la moto y se presenta en Moncloa. Según su relato, Don Juan Carlos le pide al entonces presidente del Gobierno, que traslade a Armada de Lérida a Madrid, a lo que Suárez se niega porque no quiere “la bicha” cerca. La periodista relata el encuentro como un enfrentamiento casi violento, en el que en un momento dado el Rey coge del codo al presidente Suárez, que se zafa de un tirón. Desde entonces, Pilar Urbano asegura que la relación entre ambos es tensa, porque “uno de los dos sobra”.

Según el relato de Urbano, el 22 de enero, Suárez, que no está dispuesto a transigir con la ‘Operación Armada’, va a Zarzuela y se ve obligado a recordarle al Rey que fue elegido democráticamente con 6.280.000 votos en les elecciones de 1979. La respuesta del Rey:

Tú estás aquí porque te ha puesto el pueblo con no sé cuántos millones de votos… Yo estoy aquí porque me ha puesto la Historia, con setecientos y pico años. Soy sucesor de Franco, sí, pero soy el heredero de 17 reyes de mi propia familia. Discutimos si OTAN sí u OTAN no, si Israel o si Arafat, si Armada es bueno o peligroso. Y como no veo que tú vayas a dar tu brazo a torcer, la cosa está bastante clara: uno de los dos sobra en este país. Uno de los dos está de más. Y, como comprenderás, yo no pienso abdicar.

El rey y la moción de censura

Suárez está dispuesto a dimitir pero quiere, de acuerdo con las reglas de la democracia, disolver las Cortes, convocar elecciones y que sea el pueblo el que decida el nuevo Gobierno. Pero el Rey se opone frontalmente porque eso haría inviable la ‘Operación Armada’. Es cuando al Rey se les escapa la posibilidad de la moción de censura, que nadie había planteado, y que sería la fórmula de darle apariencia democrática al golpe de Armada. Suárez ya sabía que estaba en marcha una moción de censura promovida por Alfonso Armada y respaldada por diputados de la UCD, como Herrero de Miñón.

El Rey se niega en redondo a firmar el decreto de disolución de las Cortes, pese a que es una competencia que la Constitución atribuye en exclusiva al jefe de Gobierno. La discusión alcanza tal grado de violencia que el perro del Rey – un pastor alemán llamado Larky- se arrojó sobre Suárez.

La pistola de los generales

El 23 de enero, justo un mes antes del golpe, el Rey interrumpe una cacería porque se presentan en Zarzuela cuatro tenientes generales y un almirante: Elícegui, Merry Gordon, Milans del Bosch y Campano López, de las regiones de Zaragoza, Sevilla, Valencia y Valladolid. El Rey llama a Suárez para que acuda a Zarzuela y es ahí cuando se produce uno de los episodios más escalofriantes de los que relata Pilar Urbano. El Rey dice a Suárez “realmente estos que hay dentro quieren verte a ti” y le deja con los militares. Así lo relata la periodista:

Milans dice a Suárez que por el bien de España debe dimitir ya, cuanto antes. Y es cuando Suárez pide al luego golpista que le dé una razón para ello. En ese momento,Pedro Merry Gordon saca del bolsillo de su guerrera una pistola Star 9mm, se la pone en la palma de la mano izquierda y mostrándola dice al presidente: ‘¿Le parece bien a usted esta razón? ‘. El Rey, en la escalera, le advierte: ‘¿Te das cuenta de hasta dónde me estás haciendo llegar?’. Y le reitera que la solución para evitar el golpe militar pasa por un cambio de Gobierno.

Suárez, al Rey: “Nos la mas metido doblada”

Pero el enfrentamiento más duro vendría el día después del 23-F. Para entonces Suárez ya está absolutamente convencido de que el rey estaba detrás de la Operación Armada y le dice que quiere revocar su dimisión. “Nos la has metido doblada” le dice el presidente al Rey “alentando a Armada y a tantos otros, jaleándoles, dándoles la razón en sus críticas, diciéndoles lo que querían oír de boca del Rey, tú mismo alimentaste el malestar militar”, le dice. Según la autora del libro, el Rey contestó: “De qué me hablas. ¿Me estás amenazando, so cabrón? ¿Todavía no te has enterado de que ha sido a tí a quien han dado el golpe? Políticamente estás muerto”, le dice.

Calvo Sotelo y el golpe del Cesid

Urbano también relata como Calvo Sotelo convence al Rey para ser él quien sustituya a Suárez, dándole una salida ‘constitucional’ a la ‘Operación Armada’.

Según la periodista es el comandante Cortina, de acuerdo con Armada, quien desde el CESID (actual CNI) pone en marcha el 23-F tal y como lo conocemos, la entrada de Tejero en el Congreso y el secuestro de los diputados durante toda la noche. Para que luego apareciera Armada como el “salvador” de los diputados.

La metedura de pata del Rey y el “Elefante blanco”

Además, respecto a la cuestión de ‘El Elefante blanco’, Urbano recuerda que fue el propio Rey quien “metió la pata en el libro de Vilallonga (una biografía del Rey, basada en varias conversaciones con el protagonista), cuando dijo que él ‘sabía, desde el primer momento, quién era el Elefante Blanco’. Suárez también dijo que ‘sólo dos personas saben quién era el Elefante Blanco, y yo soy una‘. Si Suárez lo sabía, y desde luego él no lo era, y el Rey también lo sabía, según él mismo le dijo a Vilallonga, y está en la edición francesa y en la inglesa. Ergo… Después, en la versión española eso se corrigió, porque se hubiese tenido que reabrir el sumario del 23-F”. Y lo que es todavía mas grave, Urbano señala que las conversaciones entre el Rey y Armada la noche del 23-F desaparecieron del sumario del caso. “No aparece en las actas, como si se hubiera pasado un típex: en lugar del Rey aparece Sabino”, dice Urbano.

Por otro lado, el diario El Mundo aclara en el editorial que no asume “íntegramente” lo expuesto por Urbano: “El Mundo no asume en su integridad las afirmaciones de la periodista, ya que algunas de ellas pueden poner en cuestión la lealtad constitucional del jefe del Estado”, señalan. No obstante, defiende su publicación: “Sin embargo, consideramos que su relato supone una contribución relevante al conocimiento de un periodo oscuro que ahora hemos revivido tras la muerte del hombre que, junto al Rey, hizo posible la instauración de una democracia en España”.

 

fuente: libertat digital: http://m.libertaddigital.com/espana/2014/03/30/nuevas-revelaciones-sobre-la-implicacion-del-rey-en-el-23-f-1276514515/

25 años después de la muerte de Francisco Franco, el rey Juan Carlos es considerado por la sociedad española como el garante de las instituciones y el defensor de la democracia. Por ello, se ha vuelto casi intocable.Su prestigio como un monarca demócrata creció considerablemente después del 23 de febrero de 1981, cuando el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero y los generales Milans del Bosch y Alfonso Armada intentaron dar un golpe de Estado, que en parte fracasó cuando Juan Carlos manifestó su rechazo a la intentona.

Sin embargo, justo 20 años después de dicho intento de golpe de Estado, han surgido dudas sobre quién en verdad estaba detrás de los golpistas. El coronel Amadeo Martínez Inglés, autor del libro 23-F. El golpe que nunca existió (Editorial Foca), sostiene ahora la siguiente tesis: Se trató de una operación político-militar-borbónica, dirigida por el rey Juan Carlos, quien estaba enterado de que un grupo de militares ultraderechistas preparaban un movimiento para derrocarlo.

El rey es también el protagonista de otro libro que revela sus negocios, sus relaciones sospechosas con los medios de comunicación y hasta posibles líos de faldas. Se titula El negocio de la libertad, y fue escrito por el periodista Jesús Cacho, publicado por la misma editorial, dirigida por Ramón Akal, un hombre sometido durante la dictadura a 11 sumarios del Tribunal de Orden Público.

Pacto de silencio

El coronel Martínez Inglés fue profesor de Historia Militar y Estrategia en la Escuela del Estado Mayor y testigo directo de los entresijos del Ejército durante el período de la transición como jefe de Movilización del Estado Mayor y jefe de la Brigada de Infantería de Zaragoza. Desde hace 17 años, empezó sus investigaciones sobre la intentona golpista.

Hace unos seis años, publicó el libro La transición vigilada, pero fue retirado del mercado a los 15 días. En 1990 fue arrestado durante cinco meses en la prisión militar de Alcalá de Henares por defender la idea de crear unas fuerzas armadas profesionales, y se le apartó del servicio activo justo cuando iba a ser ascendido a general.

En entrevista, explica que hace 20 años no se registró un golpe militar: “Los golpes militares se dirigen desde el primer momento contra la cúpula del Estado, en este caso contra el rey; sin embargo, el 23 de febrero de 1981 al monarca no lo molestaron”.

Afirma: “Los guardias civiles que entraron en el Congreso de los Diputados bajo las órdenes del teniente coronel Tejero no iban en contra del rey, iban precisamente en su nombre, incluso dando vivas al monarca, como se observó en la televisión”.

Prosigue: “Ese golpe, entre comillas, tampoco iba contra el sistema político. El general Armada, la cabeza visible en Madrid, llevaba en su bolsillo una hoja con un futuro Gobierno presidido por él e integrado por demócratas de los principales partidos políticos”. Entonces, llega a la siguiente conclusión: “Fue una maniobra político-militar- institucional, puesta en marcha por el propio sistema, desde la Corona, para desactivar un golpe militar que se estaba fraguando para el 2 de mayo en los ambientes más radicales de la extrema derecha española, era un golpe contra el rey, preparado por militares que deseaban que España volviera al totalitarismo.”

Enfatiza: “El rey, al ver lo que se venía, optó por tomar una decisión de dar un golpe, o pseudo golpe, o una maniobra para salvar su corona. El rey se salió del marco constitucional, y el fin nunca puede justificar los medios”.

—Sin embargo, el rey aparece como el hombre que salvó a España del golpe de Estado y como el garante de la democracia…

—La Corona española ha rentavilizado durante todos estos años aquel evento y el rey se ha convertido en un mito democrático. Eso es mentira, pues fue el rey Juan Carlos quien autorizó al general Armada a montar el 23-F.

—Entonces, ¿el rey jugó dos papeles, porque mientras Tejero estaba en el Congreso él salió en la televisión rechazando la sublevación?

—Así es. Se dice que la reina encontró al rey llorando porque el general Armada —su preceptor cuando era niño y hombre de confianza desde que era príncipe— lo había traicionado. Yo creo que no es así. La operación fracasó por la actitud de Tejero al entrar en el Congreso de la forma como lo hizo, pistola en mano, disparando al techo. El rey no pudo asumir esa actuación.

“El rey fue alertado por sus ayudantes y le recomendaron que se quedara fuera de la maniobra. Entonces el general Armada intentó ir al palacio de la Zarzuela a explicarle al rey lo que había sucedido y prometerle que lo solucionaría todo, pero el rey le dijo que se quedara en la sede del Estado Mayor a las órdenes del general Gabeiras. Y después lo arrestaron.”

Comenta que como militar, ha estado relacionado con muchos militares que actuaron ese día en el Estado Mayor de Valencia, en el Estado Mayor del Ejército y en la cúpula militar: “He hablado con unos y otros y resulta que la versión oficial no es real. El general Armada despachó con el rey 11 veces en un mes y pico antes del golpe.”

Recuerda que se destacó el hecho de que el general Milans del Bosch hubiera sacado los tanques en Valencia, “pero los tanques salieron en plan de desfile, sin munición, respetando los semáforos. Un golpe de Estado no se monta así. En un verdadero golpe hubieran salido en Madrid y hubieran ido al palacio del rey, no en Valencia”.

El coronel Martínez Inglés coincidió durante los seis meses que estuvo en la prisión de Alcalá de Henares con el general Milans del Bosch que en ese entonces tenía 75 años y llevaba ya nueve años en la cárcel.

Conversaron en varias ocasiones y Martínez Inglés incluye en su libro las únicas declaraciones de Milans del Bosch sobre esos acontecimientos. El coronel le prometió no divulgarlas hasta después de su muerte y ha cumplido haciéndolo ahora a los cuatro años de su fallecimiento.

Milans del Bosch dijo: “El rey quiso dar un golpe de timón institucional, enderezar el proceso que se le escapaba de las manos y, en esta ocasión, con el peligro que se cernía sobre su corona y con el temor de que todo saltara por los aires, me autorizó actuar de acuerdo con las instrucciones que recibiera de Armada”.

Afirma que después el general Armada siguió teniendo mucha amistad con el rey, con quien hizo un pacto de silencio: “No acusó a su señor, se calló y estuvo solamente cinco años en la cárcel, después lo indultaron. Sin embargo, el general Milans, un hombre completamente distinto de Armada, no es un hombre de Palacio sino un militar más puro, fue engañado y abandonado, siguió en la cárcel durante nueve años”.

Como un dios

A pesar de las responsabilidades del monarca, el coronel Martínez Inglés no cree que pase nada: “En España el rey es intocable, se le ha beatificado, es como un dios, no es humano. La Constitución, hecha por él, lo pone en un altar, no tiene responsabilidad de ninguna clase, haga lo que haga no se le pueden pedir responsabilidades penales. Está por encima de las leyes, y eso en un Estado de derecho no puede suceder.

“Se ha pretendido preservar la figura del jefe de Estado después de los 40 años de dictadura de Franco, para evitar, según ellos, otra guerra civil. Es un disparate. Él es el sucesor de Franco, juró los principios del franquismo y luego cambió a la democracia porque le convenía.”

Considera que actualmente la poca gente que se atreve a cuestionar la figura del rey está “marginada, ninguneada o políticamente destrozada. Aunque ahora siento cierto cambio. Me han entrevistado para la televisión oficial y la privada. Estoy asombrado. Será porque está gobernando la derecha, y ellos no son muy favorables al rey, no digamos la extrema derecha”.

Para el coronel Martínez Inglés ya es tiempo de cambiar la configuración del Estado y hacerlo más moderno: “La Constitución habrá que cambiarla, nació después de una dictadura de 40 años; antes, quizá fue una solución”.

Concluye: “El último régimen legal de verdad fue la República, destruida por el golpe militar de Franco. El dictador nombró un heredero antes de morir y ahora resulta que todos somos monárquicos. Habría que haber vuelto a la República, que era la legalidad, o por lo menos dejar a los ciudadanos que se pronunciaran. Estamos en una situación de interinidad política y ya es hora de ir a un régimen totalmente democrático”.

Fortuna real

El otro libro que se atreve a cuestionar al rey Juan Carlos es ‘El negocio de la libertad’, de Jesús Cacho. El autor lo había entregado a la editorial Plaza y Janés del grupo Berstelsmann, pero le dijeron que lo publicarían si mutilaba 50%. “No queremos problemas”, le comentaron. Lo llevó entonces a la editorial Foca, y el libro ya va en la undécima edición, con 90 mil ejemplares vendidos.

En entrevista, Cacho explica: “La columna vertebral del libro es que la democracia española ha sido ocupada por un núcleo de poder surgido después de la muerte de Franco, donde están Juan Carlos I, como garante institucional; Felipe González, en el poder político, y Jesús Polanco, en el poder mediático, el control de la ideología y la factoría de las ideas; y entre González y Polanco, el control de la judicatura”.

También considera que el rey participó en el 23-F, y menciona en el libro un informe escrito y firmado de puño y letra por el general Armada, que confirma lo anterior, así como la carta que escribió antes del juicio, en la cual el general le pide permiso al rey “por el honor de mis hijos y de mi familia, para utilizar, durante el consejo de guerra, parte del contenido de nuestra conversación, de la cual tengo nota puntual, mantenida días antes del golpe, a la vuelta de los reyes del entierro de la reina Federica de Grecia”.

Cacho se explaya más sobre los negocios del rey: “El asunto más espinoso de la historia de la monarquía española es el dinero del rey. La culpa de esos comportamientos censurables del rey es precisamente de ese tabú, esa especie de gran pacto de silencio que envuelve las actividades de la Casa Real española”.

En su libro de 650 páginas, Cacho relata los “negocios” del rey con las potencias petroleras árabes: mediante el abogado Manuel Prado y Colón de Carvajal, Juan Carlos cobra una comisión por el petróleo adquirido por España o pide préstamos que nunca paga.

“Siempre se ha dicho que la Casa Real es pobre… Juan Carlos llegó al trono de España literalmente con lo puesto… pero aquel monarca pobre que en 1975 se hizo cargo de la Corona de España jurando la Constitución, es hoy un hombre rico.

“Una de las primeras formas conocidas fue el petróleo, las comisiones del crudo que importaba España para cubrir sus necesidades de energía. Todo parecía normal… Nada más ocupar Juan Carlos I el trono a la muerte del dictador, Manuel Prado se dedicó a remitir varias misivas reales a otros tantos monarcas reinantes, especialmente del mundo árabe, para pedirles dinero en nombre del rey de España.”

Según Cacho, la monarquía saudí respondió favorablemente con la concesión de un crédito por 100 millones de dólares. Y la misma cantidad la dio la empresa kuwaití KIO, mediante el empresario Javier de la Rosa, hoy enjuiciado por una cuestión diferente.

“Los pagos se justificaron en Kuwait por la necesidad de que, durante la llamada ‘Tormenta del Desierto’, la aviación estadunidense pudiera disponer a su antojo de las bases aéreas españolas de Rota y Torrejón, para lo que era preciso ‘untar’ a los políticos.”

Según el autor del libro, el expresidente Felipe González sabe mucho sobre las finanzas del rey y “los escandalosos negocios” de Manuel Prado y Colón de Carvajal.

Cacho narra lo que dijo González en una ocasión que fue a ver al monarca:

—¡Y dile a Manolo Prado que se conforme con 2%, porque eso de cobrar 20% es una barbaridad!

—Oye, oye, presidente —replicó el interlocutor—, ni le puedo decir nada a Manolo Prado ni sé de qué me estás hablando.

Señala que el periódico monárquico ABC y El País silencian todo lo malo del monarca: “Esos dos periódicos son parte fundamental del sistema, y sobre todo están las grandes fortunas empeñadas en su mantenimiento. En mi libro se explica que Jesús Polanco —dueño de El País— es el primer garante de la institución monárquica, pero al mismo tiempo el mayor peligro potencial”.

En el capítulo “Los amigos de la desmesura”, Cacho revela detalles de los líos de faldas del monarca, asuntos que han circulado de boca en boca, pero nunca revelados gracias al pacto de silencio de la prensa española.

“La falta de habilidad de Manuel Prado ha estado detrás de un asunto de faldas que ocupó las conversaciones del ‘tout Madrid’ durante meses, un tema en el que la liberalidad del pueblo español alcanza cotas desconocidas en otras latitudes, pero que pudo convertirse en algo más que una simple aventura amorosa.

“Parece que la relación de amistad con una famosa vedete del espectáculo y de la televisión comenzó a finales de los setenta y siguió viva hasta un buen día, mes de junio de 1994, cuando la bella supo, con frases amables, que la historia había terminado.”

Cuenta que la artista empezó a presionar “con el soporte de cierto material que ella misma había hecho grabar con motivo de la última visita recibida en su chalet… La preocupación esencial residía en ciertas frases, contenidas en la grabación en poder de la bella, relativas a los sucesos del golpe de Estado del 23-F”.

Entonces se encargó el asunto a Manuel Prado y Colón de Carvajal. “La solución consistió, de nuevo vía Prado, en instalar en casa de la bella una caja fuerte en la cual se acordó guardar un maletín con todo el material, fotografías y grabaciones de audio y video. Una vez al mes, se abría la caja fuerte, se comprobaba que el material seguía en el maletín, se volvía a cerrar, y Prado hacía entrega a la señora de un sobre cerrado con el estipendio mensual; unas fuentes dicen que 1 millón de pesetas, otras, que bastante más. Y así, a lo largo de 1995 y parte de 1996…”

Hasta que llegó a la Presidencia José María Aznar, quien “pidió la relación de gastos reservados de Presidencia y ordenó cerrar el grifo, lo que provocó el enfado de la beneficiaria, que exigió entonces un aumento de la asignación hasta los 2 millones mensuales para seguir siendo discreta, promesa que sólo cumplió en parte, puesto que una noche acudió a una comisaría de Policía para presentar una denuncia por supuestas amenazas de muerte”.

Nuevo yate

Cacho investigó la compra, por tres mil millones de pesetas, del nuevo yate del rey, el Fortuna II. Relata que con motivo de la estancia del matrimonio Clinton en Palma de Mallorca, los reyes los invitaron a dar un paseo en el Fortuna por la bahía, y por mala suerte, se descompuso.

Después, “ante un grupo de empresarios isleños de renombre, el monarca se manifestó quejoso: ‘parece mentira, yo que soy el que traigo el turismo aquí, toda mi familia viene en agosto desde hace no sé cuánto tiempo y consentís que dé el espectáculo ante el presidente de Estados Unidos con un barco que es una antigualla, que tiene más años que la tarara y se estropea cada dos por tres’…”

Los empresarios pusieron en marcha una “curiosa fundación” que recolectó los 3 mil millones de pesetas (alrededor de 17 millones y medio de dólares).

Pero ahora se construye el Fortuna III en los astilleros de Bazán en Cádiz. Se trata de un barco cuyo precio, por su espectacularidad y dimensiones, no podrá bajar nunca de los 7 mil millones de pesetas de acuerdo con las fuentes consultadas, y es posible que supere esa cifra.

Finalmente, Cacho tiene la certeza de que el rey también estuvo enterado del terrorismo de Estado de los GAL: “Mucho se ha especulado con la eventualidad de que el monarca estuviera al corriente de las acciones de los GAL… A tenor de las declaraciones de Serra en el juicio por el secuestro de Segundo Marey, es la Jujem (Junta de Jefes del Estado Mayor) la que, al hilo del asesinato del capitán Martín Barrios, pide intervenir directamente contra ETA. Y esa cadena debe necesariamente informar al rey de la situación, porque el rey es el jefe de la Jujem, la máxima autoridad, el último escalón de la línea de mando.”

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