Hace unos 3 meses que dejé de usar sujetador. No fue por nada en concreto, ni una decisión drástica feminista y rebelde como las del las hippies que lo echaban al fuego. Me gustan mis sujetadores (y a mi señor más todavía), y ahí están, guardadicos en mi cajón para las ocasiones especiales.
Pero poco a poco me fui dando cuenta de que era más feliz sin él. Recuerdo aquella sensación de llegar a casa y quitarme el sujetador, lo primero, con urgencia, antes de ir al lavabo, incluso antes de quitarme el resto de la ropa. A veces, después de un día muy largo o muy intenso, ni siquiera podía llegar a casa, me lo quitaba en el coche o en el tren. ¡Sí, sí, en el tren! Evidentemente, nunca lo llevo para estar por casa, ni tampoco en los trayectos cortos del tipo, casa-cole, casa-perro, casa-supermercado. Y claro, al no trabajar a diario, sin darme cuenta lo fui dejando, hasta ponérmelo sólo cuando tenía una actuación. Pero resulta que este verano, aproveché un trabajo eventual que me salió, de esos de gente “normal” de ir a la oficina, coger el tren y relacionarse y cruzarse con personas. E inconscientemente porque es lo que solía hacer, me lo puse el primer día. Un largo día en el que como siempre me deshice de la prenda maldita nada más llegar a casa. Al segundo día me deshice de él en el lavabo en un descanso, y al tercero me decidí a salir de casa sin él. Al principio es muy extraño. Tienes la sensación de que todo el mundo te mira, de que el movimiento de tus tetas como flanes (una ya tiene una edad) abduce a todo el que se cruza y que el universo entero está pendiente de ello. Pero, ¿adivina qué? La gente va en su mundo, en sus cosas, nadie se entera de eso, y si lo hicieran, ¿qué? Nadie te conoce.
Pero lo bueno es que ni siquiera la gente con la que te relacionas se da cuenta. Y si se la dan, tampoco es para tanto, no tienen poderes de abducción, ni se ponen a bailar ellas solar para llamar la atención, puedes hablar con la gente tranquilamente, con tus tetas libres, sin que perturben la razón de nadie. (Por supuesto hablo de ropa normal y de tetas normales, ya de transparencias, superescotes y tetas descomunales pues no hablo, porque no me he visto en el caso)
Y ahora resulta que se ha descubierto que las maravillas del sujetador son una falacia, que es perjudicial para la salud, para el desarrollo de los pechos incipientes de las niñas, e incluso su uso continuado está relacionado con el cáncer de mama. Y a mí es que estas cosas me dan mucha rabia, de verdad. En octubre, mes del cáncer de mama, con su día oficial, y sus lacitos rosas por todas partes, y sus campañas para el diagnóstico precoz, y sus maratones benéficas para recaudar donativos y tal y cual, ¿por qué nadie habla de la prevención o de las posibles causas? ¿Por qué no se oye nada por ahí, por ejemplo, de que la lactancia materna reduce el riesgo y que el uso de sujetadores entre otras cosas, lo incrementa? Lo de siempre, hay que consumir. Y siempre resulta más mediático el “superar la enfermedad” que el “prevenir la enfermedad” (caso Angelina Jolie a parte.)
Y no te pierdas esta, que resulta que también se ha descubierto que ni siquiera es útil para lo que se suponía que servía: para evitar la caída del pecho. Al parecer, al tener las tetas siempre recogidas, estas pierden la capacidad de mantenerse firmes por sí mismas, con lo que al usar sujetador, se caerían antes. Así que encima, todos los años que lo he llevado, sin necesitarlo porque además las tengo pequeñas, además de amargarme la existencia, sólo han hecho que empeorar las cosas.